Como se recordará la elección de Ollanta Humala en la segunda vuelta 2011 fue bastante "apasionada" dejó con los crespos hechos a los grupos de poder temerosos de que el Perú se alejase del "modelo" que tantos "beneficios" le ha dado al país. Los antecedentes del presidente electo causaban temor. Su pasado militar generaba pánico.

Desde la época del gobierno de Fujimori quedó en evidencia el papel de la prensa como medio de presión y control de la opinión pública. La venta de las líneas editoriales de la mayoría fue tan burda y descarada que digamos nunca antes habían quedado tan desprestigiados. Y es que la "prensa independiente" es un quimera. Es una presión constante.

Es por eso que los grupos de poder desde el arranque usaron a los medios como herramientas de presión para controlar las decisiones del presidente: La caída de la bolsa al día siguiente de su elección, la presión para que ratifique al presidente del BCR etc. La verdad que Humala resultó una persona fácil de persuadir y salió en evidencia su rasgo más negativo su falta de carácter. Pero ese es otro tema.

En esta estrategia de arrinconamiento del gobierno desde el primer día ha jugado un triste papel el ex ministro del interior Fernando Rospigliosi. Un periodista al que recuerdo en la época de la lucha contra la dictadura Fujimorista y a quien vi en la presentación de la novela "La Fiesta del Chivo" en la Universidad de Lima donde fue panelista. En ese entonces era un connotado periodista de Caretas.

Su paso por el gobierno toledista no vale la pena recordarlo pues es de público de conocimiento su desempeño. Pero lo que si llama la atención es como un hombre de cierto nivel en su profesión ha podido perder algo que es vital para un periodista: La objetividad.

Durante los cinco años del humalismo, Rospigliosi se dedicó semanalmente a través de una columna semanal en el Diario El Comercio prácticamente a criticar todo lo que hacía el gobierno. Nunca hubo un hecho positivo. En el sector seguridad, este grupo periodístico, lo reconvirtió en un "experto en temas de seguridad" a pesar de sus antecedentes como ministro. Tanto así que luego de ser elegido PPK como presidente, estuvo en la baraja para ocupar nuevamente la cartera del sector más complejo en el aparato del estado.

A pesar de que ya estamos en otro gobierno, el ex periodista y hoy difamador desbocado, sigue atacando    al gobierno anterior y en su última columna en el decano, titulada "Malas palabras" del sábado 27 de agosto, sale a justificar la patinada del ministro Thorne, quien con la única presión  de su antecesor, Alonso Segura, se tuvo que desdecir. Para Rospigliosi la ex primera dama Nadine Heredia, si mandaba en el MEF y para justificar su argumento apela a la "objetividad" de las encuestas de opinión (como si fuera un secreto la influencia de los medios en el manejo de la opinión pública) y afirma que "Nadine ubicó a Castilla". Sería bueno recordarle al "analista político" que Miguel Castilla no era un improvisado que caminaba de casualidad por el Jirón Junín, sino que era viceministro del ministro de la gestión aprista (cuando Luis Carranza era ministro) y que su nombramiento fue una manera de dar confianza a los inversionistas ante el temor que generaba Humala. Más que impuesto por alguien, el flamante ministro de economía fue puesto por los defensores del modelo.

Eso Rospigliosi lo sabe, pero sus objetivos son otros, ya no es informar sino por el contrario sigue con la estrategia en la que se involucró      gran parte de la prensa en los últimos años,    la desinformación sistemática con objetivos políticos precisos. Que volvió  a fallar en la elección 2016 ante el dolor de varios que siguen con las heridas sin cicatrizar.

Hoy, que tiene amigos en el gobierno, veremos si asume nuevamente con  objetividad la labor encomendada o seguirá viviendo del pasado (algo que seguramente le encargarán si el humalismo logra recomponerse de cara al 2021). Solo el tiempo lo dirá