Apabullado mediáticamente desde que dejó el poder, debido a los procesos judiciales que se le siguen por los aportes de dinero durante sus dos campañas presidenciales, los cuales prácticamente destruyeron su imagen pública, el ex presidente Ollanta Humala decidió volver a postular para volver al sillón de palacio. Dicen que en política no existen cadáveres y en este caso la coyuntura parece darle la razón.

La grave crisis política que padecimos los últimos meses y la pandemia que nos azota desde marzo del 2020, que desnudó la poca capacidad de respuesta y mal manejo del gobierno, podrían convertirse en factores que impulsen su campaña.

En un proceso electoral con una veintena de candidatos, la clave es diferenciarse y en eso el postulante del Partido Nacionalista tiene una ventaja. Es el único con gestión de gobierno y que puede mostrar resultados concretos. La experiencia es un activo pues necesitamos un gobierno que se ponga a trabajar desde 28 de julio. Haciendo una revisión de su paso como presidente se podría decir que dentro de lo positivo Humala tuvo un manejo responsable de la economía, hizo algunas reformas como la de la educación superior, promovió varios programas sociales, incrementó los presupuestos en educación, salud e investigación y desarrolló infraestructura en el interior del país así como el sector defensa. Lo negativo básicamente se centra en el tema del escándalo por el llamado “Club de la Construcción” que si bien todavía no lo alcanza, si compromete a funcionarios de su gobierno y eso es algo que lo debería hacer meditar.

Pero para que su legado de la primera gestión funcione en la estrategia, él se la tiene que terminar de creer. La campaña recién comienza y si bien ya está moviéndose en ese sentido, la población tiene que notar esa diferencia. No basta con mencionar lo que se ha hecho y prometer generalidades, tiene que intentar asumir un rol de “estadista” y poner en el debate los temas fundamentales a discutir para esta elección. Si no lo hace corremos el riesgo de que la campaña se maneje en función a intereses que no son primordiales como ya lo intentó hacer la prensa con el recontra manoseado asunto del indulto a Alberto Fujimori. Un tema que sin duda el ex mandatario debería plantear es  que haría (un compromiso real ) para evitar que la inversión pública vuelva a verse manchada por la corrupción.

Con un respaldo claro en los sectores populares y en el interior del país, Ollanta Humala, con procesos todavía abiertos en la fiscalía y un caso bastante forzado de “lavado de activos” en control de acusación, podría verse favorecido por esa necesidad que tenemos los peruanos de apostar por lo conocido y más dentro de una coyuntura tan incierta. Dependerá de cómo se desempeña en esta inusual campaña y cómo avanzan sus procesos. Lo cierto es, que viendo la oferta de los partidos, lo que hace un año me parecía imposible, hoy ya no lo es tanto. Pensar en votar por él.